Nunca dejaré de escribir, al igual que nunca dejaré de sentir. Puedo enamorarme de las palabras. Cada verso nos hace un poco más libres aunque vivamos en la cárcel constante de nuestra mente. Incapaz de hacer que las cosas duren. Este país es un despropósito.
El que tenga ojos que vea, el que tenga oídos que escuche, y el que no pueda encontrar la paz que luche.
lunes, 30 de septiembre de 2013
No creas que no te pienso.
Y hoy así porque sí has vuelto a mí, como ente que eres, de ninguna manera corpórea jodida inspiración. La condena de echar de menos fue hecha para que no olvidáramos la humanidad que reside en esos cuerpos inertes que pasean por la urbe... Y soy consciente de que mi ansiedad a veces sólo puede equipararse al contacto de tus labios en mi nuca. O cuándo mis ojos están gritándote en silencio cada anochecer, reclamando el amanecer que me debes. Me dicen que escriba, pero qué escribir sobre tu pelo, que envuelve constantemente mis anhelos, y ellos son parte de mis letras. Sinceramente, prefiero que los envuelvas, y quiero volver a ser lo que era. Dicen que hay cosas que nunca cambian, pero existen otras que por definición son cambiantes, a una velocidad vertiginosa. Te apareces a veces y en vez de curarme el insomnio como antaño, me provocas pesadillas. Necesito de tu humo en mis pulmones para respirar un día más, para no rendirme ante la crueldad del ser humano. Otras veces, tu sonrisa me recupera, me hablas desde la Luna, yo sé que ella te mira y que envidia mi piel como ninguna, por no poder ella si quiera rozar la tuya.
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