El que tenga ojos que vea, el que tenga oídos que escuche, y el que no pueda encontrar la paz que luche.

jueves, 12 de febrero de 2015

llegando al límite.

¿Dónde están?
Sus ojos.
Apenas el recuerdo basta,
sus ojos de lágrimas rebosan.
Y ni una ínfima posibilidad de recordar su cara,
los huecos que su sonrisa provocaba en sus mejillas.

El intenso del azul de sus ojos,
todo por la borda,
ahora me aborda la vida.

Me maltrato a mi misma, porque no está.
Porque se fue.
Por que sé que jamás volverá.

Quizá eso fue lo más bello,
y lo que mas me aprieta el cuello
cuando huyo,
de su fantasma,
desnudándome en otras camas.

No hay nada aquí adentro,
desde que me arrancó las ganas de cuajo,
recojo los despojos,
no basta,
no tengo sus ojos.

No sangran sus labios suspirando a kilómetros por los míos.
No sirve el calor momentáneo,
no sirven las poesías a la nada,
cuando ni la Luna me da fuerzas.

El rancio hedor de la humanidad me apesta,
no tengo su perfume para esnifarmelo,
también se lo llevó

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