El que tenga ojos que vea, el que tenga oídos que escuche, y el que no pueda encontrar la paz que luche.

jueves, 29 de septiembre de 2011

No sabes cuánto he llegado a quererte

Y tan solo esperaba una noche de invierno perdiéndose en su pecho bajo las sábanas de su cama. No quería pensar en nada, tan sólo en el calor que desprendía su piel al tocarla, en las noches de locura y de luna llena, cuando un infierno mental se convertía en su paraíso físico. Y así, llegó el invierno y las hojas fueron abandonando las copas de los árboles, mientras sus noches se hacían eternas en aquella habitación...


ni sabrás nunca cuánto te estoy odiando ahora mismo.

Ojos tristes

Se levanta un dia cualquiera, pues todos parecen iguales, hoy no abren los locales comerciales. Mira en cada papelera, busca señales, dicen que odia a las personas y habla con los animales hace canciones con retales, impide que el tiempo lo pare, hoy patrulla de nuevo los bares, no pude verte pero todos dicen que viniste y que trajiste de nuevo esos ojos tristes. Dicen que ansía el silencio que avanza despacio entre necios que van en busca de su alpiste, va sucio y huele peste, salió del bar corriendo en un despiste y tiró hacia el este. Sabe que no hay un sol que nazca como este, esté donde esté, sabe que es normal que le amonesten y mira que la reglas son sencillas, intenta no saltarlas pero las esquiva andando de puntillas. Sumergido en su pesadilla, habla mierda del mundo que le da golpes en las costillas. Un cardenal dibuja África en su estómago y no esta mejor, piensa en el niño que él apadrino y lo chilla. El invierno llega a Sevilla, el frío entra en el reloj congelando las manecillas, bienvenido al tiempo eterno y sus ojos tristes, llorando encima del cuaderno.
-Zatu


Ayer.

Vuelven los días grises. ¿Y de verdad vas a decirme que esto acaba aquí? Otro invierno pasará, y será uno más sin ti. Despertaré cada mañana como si no hubiera pasado nada el día anterior. Bueno, supongo que es lo que hago siempre que te vuelvo a ver...