Como un poema eterno,
nos olvidamos del invierno...
El recuerdo de escucharte,
hablándome sobre el infierno.
Si lo de ahí arriba se llama cielo, donde vivimos...
El calor aplasta mis ganas de acordarme de tus historias, aquellas que me encantaba escuchar. Todo el odio, toda la rabia, comprendidos en la misma alma, y a su vez, el amor de un niño que llora porque no ama.
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