Esa luz lúgubre azul oscura que envuelve la ciudad,
tardía y tenue me impide reaccionar.
Los ruidos a lo lejos difuminados,
sólo puedo escucharme a mí.
Y de nuevo nos encontramos frente al espejo,
preguntándonos porqué así?
Por qué será que el mundo gira, ya viejo,
desgastado y sumiso al hombre vil.
La luna es parda esta noche,
como la miel de tus ojos,
brilla para recordarme
que siempre estaremos solos.
El alma me desborda,
por unas cosas o por otras.
Y el tic-tac de nuevo acosa.
Ardiendo en deseos de besarte,
de los miedos de la piel arrancarte.
Tumbarme en tu pecho y respirarte.
Esnifarte.
Coger palabras y convertirlas en alma.
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