Pude ver la decepción hundida en su mar. Pude ver los fantasmas que lo atraían hasta hacerlo vomitar. Respiró el olor de las mentiras, lejos, donde se creía seguro. El mundo fue empequeñeciendo, hasta estrujarle los huesos, la lava fue quemando su pelo. Su piel cicatrizó entera, después de tantas horas de espera. No es el tiempo, si no el dolor, el que me determina. Ando vacía, desde hace mucho, ni siquiera estoy alerta, mi corazón envenena desde lejos y la coraza se endurece tras los senos. Vivo al fin y al cabo pa echar de menos, para imaginarnos cada milímetro hasta que desvanece el sueño. La noche cae, y no espero nada, enserio.
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