El que tenga ojos que vea, el que tenga oídos que escuche, y el que no pueda encontrar la paz que luche.

jueves, 24 de abril de 2014

Apofenia

Sabes cuando alguien te cala tan hondo que por más que cierres los ojos eres capaz de distinguir los suyos? Cuando alguien se adueña de tu alma, tu mente y tu cuerpo, y te es imposible olvidar, dejar atrás. Cuando alguien te saca de lo más hondo del pozo, te rescata y te cuida, después de que te hayan rajado por dentro. Crees que es fácil, que puedes escapar, pero te ves en una espiral sin sentido y sin final. Eso que nunca sucedió, esa ilusión rota, esa incapacidad de sentir nada por nadie. Separas tu cuerpo de tu alma, para recorrer otras pieles. Pero aun todavía eso abre más tu herida. Pues te das cuenta del vacío, que ni otros labios ni otra piel pueden llenar. Y llega la distracción, el hacer como que no existe esa carencia. Pero permanece ahí, latente.  Y de vez en cuando una de esas noches embebidas en nostalgia, empapadas de recuerdos, escuchas esa música que hace que depures tus lágrimas. Y aun cuando todo es una mierda, y te sientes triste, sabes que si ese alguien estuviera ahí... sería todo lo contrario. Pero no está, y ese es el puto problema, que no estás.


No son tiempos para románticos revolucionarios.

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