Nos desmoronamos. Todo cuanto creíamos saber arde en nuestras conciencias. El mundo está prácticamente del revés. Si no tienes trabajo, tu familia no come. Y si lo tienes, come, pero tú no vives. Somos esclavos de un sistema que nos tiene bien atados. Todo parece estar controlado. Salgo a la calle y sólo veo maniquís, simples muñecos que se limitan a hacer lo mismo día tras día.
Se nos caen los párpados cada mañana, en la que difusas, dejamos volar nuestras ilusiones por la ventana, para incorporarnos al mundo real.
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