Tras una noche bañada en Ginebra barata,
Empezaba pronto la resaca,
Cuando me dijiste que todo se acababa.
Todavía soy capaz de recordar aquéllas lágrimas,
Mi cama de sudor empapada,
Tantos meses esperando una triste llamada…
Yo seguía siendo la chica triste del grupo,
Y más con tu ausencia de compañera…
El calor del verano angosto me asfixiaba,
Tú ni siquiera dabas señales de vida.
Acabé por desquiciarme,
por olvidarte en un vaso de tubo.
Cada mañana que despertaba
me sangraban los ojos al no ver tu cara
reposada sobre mi almohada.
Ahora ha pasado el tiempo,
Se ha secado el llanto,
Pero me siento piedra.
Soy una roca helada al lado de tus palabras,
Soy la vacuna que no se encuentra,
La herida que cicatriza, pero no cura.
Y el calendario sigue con su tortura,
Los lunes abrasan, como tus besos en mi nuca,
Como tus manos por mi espalda,
Antes de que todo se convirtiera en ceniza,
En polvo, y no precisamente de hadas.
Puedo dejar de ser tan fría,
Pero no quiero.
Somos la persiana bajada de un domingo de resaca, y la ventana abierta para no echar la pota...
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