Me está torturando, su mirada insana, la línea apretada que cierra sus labios esculpidos. Me está matando, esta noche eterna, la espera de algo que no llega, y la angustia de sentir demasiado, de ir más allá, de que un sueño describa lo que mi cabeza desea pero mi boca no se atreve a decir. Callada, escucho el crujir de la madera, soñando con que me tocas y el alma se eleva. Las velas al apagarse, me desvelan, despierto desconcertada, pensando que duermes en mi cama, pero me giro y caigo de nuevo en un drama. No sé qué va a ser de este capricho, pero me tiene embobada, hasta duermo mejor por las noches sólo pa soñarle, bajo la luna clara. Bajo promesas de revolución, rabia y amor. Su silencio implica mis suspiros, apenas si le miro, me retuerce por dentro la idea de que nunca sea mío. Incontrolables las nauseas y los abismos de mi estómago si deseo encontrarme con su mirada. Me ahogo nada más que en palabras, me pregunto si lee mis pensamientos, me pregunto si siente lo que yo siento.
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