Y que la noche nos absorba, violenta y sensual. Encontrándonos bajo las sábanas, empapados.
Que no podamos bajar los párpados. Besar tu vientre y continuar con el resto. Dejarnos llevar, sin que nada más nos pueda importar. Que hagamos viajes mentales a una isla prohibida, donde no exista la noche, ni el día. Donde la realidad se torne relativa y las caricias nunca más sean efímeras.
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