El que tenga ojos que vea, el que tenga oídos que escuche, y el que no pueda encontrar la paz que luche.

domingo, 16 de octubre de 2011

tu fuego no puede quemar mi infierno

Y en sus gélidos ojos azules, conseguí ver aquella luz. Ella me miraba como el primer día. Recordé cada instante. Cada beso, cada caricia. Su piel estaba fría a mi tacto, pero a la vez ardía de pasión. Era como frío y calor, blanco y negro, un ángel, y un demonio. No conseguí articular palabra alguna. Solo tomé su mano, y la conduje hasta el dormitorio. La noche lo dijo todo.

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