El que tenga ojos que vea, el que tenga oídos que escuche, y el que no pueda encontrar la paz que luche.

martes, 5 de marzo de 2013

Los martes de marzo.





Poesía es ésta lluvia acompañada de la melancolía más etérea y profunda. 
Poesía es mi tristeza, que no se va, que me inunda.
Poesía eran tus labios, antes de que se convirtieran en mi esquela,
poesía era tu piel, suave, infinita y eterna.

Ahora ya no están los versos,
nos perdimos en este mar inmenso.
Está el dolor, lo que ya no pienso,
eso de ya ni siquiera echarte de menos.

Están tus pupilas en mi mente tatuadas,
y el imperceptible olor de tus lágrimas saladas.
Lágrimas que caen desconsoladas,
y que a cicatrizar no ayudan para nada.

Ya no pienso, ya no existe el tiempo,
desde que no te tengo, frente a mis lamentos.
Se ha parado el calendario,
todo parece una burda broma gris.

Y cuando estés por partir, 
yo ya ni me acordaré de ti.

Las verdades son mentiras estrafalarias,
que mienten con descaro y con desgana,
y al igual que mis retinas,
mi cabeza busca descansar en tu almohada.

Pienso frases jodidamente buenas a lo largo del día,
pero las pierdo, no quiero pensar en ti,
quiero pensar en rebeldía.

Quiero arder lejos de aquí, 
y que nada me recuerde tus caricias,
quiero que te esfumes,
que se marchiten tus palabras desmedidas.

En la oscuridad veo mi calma,
no me apetece verme,
me apetece follarme a la nada,
pero su desidia me viola.

Conforme avanzan las horas,
siento más escalofríos,
siento más de cerca a mi apatía,
más lejanos tus latidos.

Habita el olvido en vuestros pechos,
todo aquel que fue querido,
nada hizo, nada mereció,
si no quiso.

Me inspiran los martes, 
si no vengo a salvarte,
si el Lunes no fue suficiente,
para escribirte como antes...




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