Eras tan imposible. Y eso me gustaba. Me doliste tanto, me quedé sin aliento durante meses. El silencio más innocuo, la noche más traicionera, la Luna más clara, y toda esa mierda que a diario soportabas. Me dejaste arroparte las alas por unos instantes, cómo me dolió despedirte en la estación. Y por más que lo intente, renuevo mi desastre. Continúo sangrando, y apenas escribo. Y te pienso, y pienso en él también. Pero no en mí, y de repente me lleno de mierda otra vez.
No hay comentarios:
Publicar un comentario