El que tenga ojos que vea, el que tenga oídos que escuche, y el que no pueda encontrar la paz que luche.

domingo, 3 de marzo de 2013

otro más

Necesito de tu anestesia. Soy como una yonki que resiste hasta encontrarse en el borde del abismo, y así me encuentro hoy mismo. Voy a borrar todo lo que dejé atrás, y lo que no dejé lo voy a masacrar. Voy a apostar por ese cambio de rumbo que me prometí al dejarme marchar a mí misma. Las noches se vuelven cada vez más largas, me está pasando otra vez. Mi percepción alterada por verte antes de ayer... Y el deseo de cambio aumenta, más aun si no te tengo cerca. Y mis ansias por llamarte disminuyeron hace algunas semanas, acepté el camino que se me plantaba en frente de nuevo y continué marcándolo con mis lágrimas saladas. Pero... ¿Qué pasa cuando lágrimas se secan? Llorar es bueno, pa sacar algunas penas desde dentro, pero... ¿Qué pasa cuando lágrimas se secan? Cuando ni siquiera eres capaz de llorar. Cuando no sientes, no vives. Hasta echo de menos el dolor, y quejarme de la soledad. Ahora me ampara y me cuida y el dolor se ha escapado por ahí, perdido en alguna de las últimas botellas de ginebra. Y camino, y te miro. Te alejas dos pasos si yo doy uno. Utopía llamé a tu pelo, a tus labios descarados e inoportunos. Inoportuno el momento de conocerte, mágico el instante en que cruzamos palabras, y miradas y nos olvidamos de la nada. Ahora amargo el descubrir que daba igual, que no era especial, que no era distinto... Que siempre es lo mismo.

Tengo por costumbre escribir los domingos, después de toda la mierda acumulada en la semana.

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