Esa sensación que te impulsa a escribir,
pero no quieres hacerlo,
no quieres aceptar tus pensamientos.
Te niegas a reconocerlo,
no quieres saber, no quieres volver al infierno.
Recuerdo tu mirada,
sin decirnos nada,
tus manos por mi espalda.
Explorándonos como si no hubiera que marcharse al alba,
rompiendo expectativas falsas,
ya no añoro mis madrugadas desfasadas,
sácame de ésta.
Me mirabas y el tiempo se detenía,
me mirabas y el dolor ya no dolía.
Sólo soñábamos con escaparnos,
con marchar de ésta vida puta.
Fue como ver el futuro en tus ojos,
repleto de viajes, largos y cortos,
de noches interminables,
mirándonos absortos.
Hablaste tanto...
y ni siquiera abriste la boca.
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