Estoy paralizada. Llevo éstas últimas semanas ignorando tu existencia. Era lo mejor que podía hacer, lo correcto, lo mejor para mí, para no herirme. Alejarme. Llegan los fines de semana, y entre alcohol y vicios ahogo lo que callo de lunes a viernes. Llega el sábado, y quiero llamarte, claro que quiero hacerlo. Pero creo que jamás estaré preparada pa volverte a ver de nuevo. Mirarte a los ojos, no darte un beso. Los que nos dimos se hicieron añicos, estaban ya tan rotos... Sé que tendré que enfrentarme a este miedo dentro de poco, pero lo intento retrasar, aunque dicen que el caos no puede aplazarse, y la autodestrucción alcanza niveles ya alarmantes. Joder, yo que creí conocerte, en el primer instante, nada más verte. Y te escapaste entre mis dedos, cuando fuiste tú el que vino a buscarme. Lo corto e intenso es más permanente incluso que los largos años, que la rutina diaria. Quiero reinventarme, pero tus putos ojos clavados en mi sien no me dejan, me apuntas y caigo directa.
Esa encrucijada constante,
ahogarme o llamarte,
romperme o destruirte...
ahogarme o llamarte,
romperme o destruirte...
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