Volveré a mi soledad,
escuchando canciones viejas,
con mil cafés sobre la mesa,
pensando en no pensar.
Será la hora de marchar,
cuando tus labios repliquen fatalidad,
cuando los versos se conviertan en heridas,
cuando de rodillas la Luna te pida.
Cuando vuelva, no volveré para quedarme,
se nos habrá hecho tarde,
no vendrás a buscarme...
El silencio de un latido ahogado,
alguna calada de un cigarro
y el whisky que nos venció sobre tu almohada.
Dónde me hallo,
donde callo.
Cómo un extraño.
Quizá no vuelvan nuestras tardes de Domingo.
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