No creo que acostumbrarse a la soledad sea malo. Puede que sea peor eso de acostumbrarse a alguien o a algo. La soledad es bella y eterna, siempre que sea decisión propia. Sin embargo, si nos acostumbramos a que nuestra sonrisa dependa de alguien, o de algo, al perderlo nos quedará un vacía imposible de llenar. Puesto que la soledad se amolda a nuestros vacíos y rellena cada hueco con perfección, preferimos la soledad, aunque nos aterra que algún día no la deseemos y se quede con nosotros, en lo más profundo de nuestra alma, arraigada y clavada. Que sus raíces nos destrocen las entrañas y que construya muros de miedo a sonreír por alguien.
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