Quizá tengamos cerca a la muerte.
Y me llamas de repente,
yo se que tus ojos nunca mienten,
que tu boca esconde un secreto inerte.
Hay varios hablando de ghetto y de calle por el barrio.
Yo grito a los hijos de puta que nos controlan,
grito por un cambio,
no por fama o gominolas.
Me muero por que mis labios pisen a los tuyos,
que tu voz esté pidiéndome a gritos susurros.
Que el tiempo se olvide de correr,
allá donde los sueños parecen perecer.
Un desequilibrado intenta llamar mi atención,
otra mañana de desolación.
Pero yo vuelvo a ponerme esa canción.
TODO RESUCITA.
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