Tus ojos parecían disimular esa dulzura.
Mis labios deseando arrancarte de la cordura.
Nuestras pieles al contacto,
ardiendo versos en el acto.
Deseé arrancar,
de mi conciencia
una vez más.
Aquello que denominaste paciencia.
Aquello que otros labios arrebataron,
que otras lágrimas se llevaron,
en la obscuridad nocturna,
cuando sus palabras eran diurnas.
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