El día amanece gris, apenas ha salido el sol. Enciendo un incienso y me lavo la cara con agua fría. La garganta parece haber quedado muda. El humo del incienso desdibuja mis pensamientos. Creí ver amor antes de ayer, pero eso, creí. Tengo miedo a no saber qué es lo que quiero. Ese es el problema. Sigo pensando más en revolución que en amor... Quizá porque la primera es un deseo infinito y la segunda fueron muchos fallos no deseados.
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