Imagina que por un instante todo se para. Los coches, las luces, el ruido, la ciudad. Todo se detiene ante tus ojos, se queda ahí, para que puedas observarlo con claridad y detenidamente.
Ahora imagina que estás en tu cama y que unas manos acarician dulcemente tu espalda.
Imagina que todo vuelve a pararse, que ya no queda nadie más, salvo tú y esas manos.
Esas manos que son las mías, llenando de caricias toda tu habitación.
Imagina que el resto del mundo explota y que sólo quedamos tú y yo.
Ahora imagina que me besas y no la ves a ella.
Imagina que todo cuanto te duele a diario, deja de existir.
Para que solamente puedas centrarte en mí.
Imagina una noche ardiente en mi piel.
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