Apareces como si nada,
después de una semana.
Dices que quieres dormir en mi cama,
pero que el dolor aún te llama.
Me da igual esperar eternamente,
se que no hay más amor,
que el de mi propia mente,
cuando calmas mi dolor.
Cuando tu ausencia me pega patadas,
me hace pasar noches malas,
y aún así, vuelves, y como si nada.
Me cuentas que este mundo te provoca arcadas.
El veneno de la gente,
unos ojos que no mienten.
Una sonrisa escondida,
por miedo a ser destruida.
Y yo mientras con mono de tu saliva,
en mi cabeza auto destructiva,
pensando en qué haré con mis heridas.
Las curaré hasta que queden dormidas...
En el eco de tu voz,
creí ver un reloj...
Me dijiste que tenías pesadillas,
que este mundo se hacía trizas.
Te levantas y me miras,
impasible, sin ira.
Mis labios te esperan,
como si no hubiera alternativas.
Me encanta envenenarme con palabras, derrochar letras en vez de lágrimas.
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