frío polar, tus manos en mi espalda.
Les jode que se subleven los rojos,
pero lo haremos hasta que cada corrupto arda.
Pensamientos que inundan mis ganas de comerte la boca.
Otra bomba que estalla en cualquier país en guerra,
el negocio de las armas, me tienen el alma rota.
Mientras el frío se cuela en mis entrañas,
yo se que en algunas manos ajenas se mecen tus pestañas...
Se siguen haciendo largas mis noches sin ti,
en aquella estación de autobús donde te vi partir.
Siguen mis ojos envenenados de tu sonrisa,
aquella que me suele recordar que aún sigo viva.
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