Y pensar que nunca te tendré. Llegar a imaginarme que es posible, sí, claro que lo he imaginado, mil veces, dando mil vueltas en mi cama.
Pero no puedo ser el agua que apague tu llama.
La desesperanza llama a mi puerta,
esperando encontrarme muerta
en las palabras que nunca dije ni diré.
En el ataúd de la ausencia
en las lágrimas de personas ajenas.
Algunos recuerdan cualquier tiempo pasado como mejor,
yo sólo recuerdo aquellas noches clavadas en mi memoria.
Ahora tan lejos, y tan extraña.
Quiero luchar, pero tengo miedo de que no me sirva de nada,
supongo que como siempre,
intentaremos mantener ese fuego caliente, no sea que se nos vaya de las manos
el añorar que no nos hagan daño.
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