Mariposas en cualquier rincón,
que ríen en las esquinas de tu habitación.
Que revolotean en mi cabeza,
y abro otra cerveza.
Las noches siempre se me hicieron largas,
cuando las estrellas susurran melodías amargas.
Abro la puerta y te escucho decir que te marchas,
adiós pues, estimada cordura,
en mi pecho ya sólo cabe la locura,
y en mi alma, heridas que supuran.
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