Te eché de menos
en el infierno de mis sueños.
Cantándole a la luna,
que por su brillo
no confundo con ninguna.
Aún duelen las noches enterradas
en tu memoria,
cuando esperabas
que al amanecer el silencio muriera a carcajadas.
Entre las sábanas de la ausencia
duermo cada noche que nos puede la arrogancia,
en esta vida falsa y programada,
lo solucionaríamos con alguna que otra calada.
Si intento huir de las apariencias
si busco melodía en tus cadencias,
se me ha tornado gris tu ausencia
y la muerte nos hace una reverencia...
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