Mi felicidad diaria tiene nombre: Paula.
Cuando parezca que todo está perdido, recuerda que siempre hay algo que hace que continúes tu camino. Recuerda que las manchas de las heridas del ayer, se limpian con el paso de los días. Que el dolor es eterno mientras se sufre, pero al pasar te das cuenta de cuán efímero fue. Una sonrisa no te la saca cualquiera, pero no es un cualquiera el que te las saca a diario. Más fuerte que tú, no debe haber nadie, ya que todo lo que persigas, tú misma tendrás que conseguirlo. El miedo nos tortura desde que nos levantamos hasta el anochecer, pero las cosas van saliendo poco a poco, con miedo o sin él. La vida es una lucha contínua por no olvidarse de por qué motivo estás aquí. Siempre que te sientas perdida, mira al frente, a tu alrededor, mira el mundo y date cuenta de que realmente todo está perdido, empieza por encontrarte a ti misma, antes de intentar conseguir otras cosas.
Parece que fue ayer
cuando tenías 15 años y querías crecer,
cuando no tenías marcas en tu piel,
ni los problemas quemaban como la hiel.
Parece que fue ayer cuando sonreías,
por levantarte todos los días.
Hoy, tanto tú como yo,
sabemos que ni de la cama saldrías.
El tiempo nos la juega a menudo,
haciéndonos pensar que lo pasado fue cojonudo.
Que es un infierno en el que vivimos ahora,
pero no saben las sonrisas que escondes las horas.
Nos cansamos de perseguir objetivos,
con los sueños más altos que las nubes.
Días reimos, días discutimos,
pero con tu apoyo a lo más alto me subes.
Cuando quemen los párpados, de no poder aguantar más,
cogerás mi mano y te llevaré al mar,
a reubicar tus lágrimas en cualquier lugar,
que ningún hijo de puta las pueda volver a encontrar.
Te quiero.
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