son mis mañanas dormidas.
Esas que intento acariciar tu pelo,
esas en las que tus manos en mi espalda anhelo.
Lunes, y que ironía...
mientras en mi cuarto reina el desorden,
de las noches que paso perdida.
El infinito lucha con la paciencia,
que nunca se me acaba,
reprime cada carencia
pa decirme que espere al alba.
Yo aquí sin saber luchar,
sin poder salvarla...
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